Encabezado3

   
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  Secretos de la oración exitosa
 
Secreto de la Oración Exitosa.
  1. Introducción
  2. Que es la oración
  3. Quienes pueden orar
  4. Por qué debemos orar
  5. A quien oramos
  6. Cuando debemos orar
  7. Que debemos incluir en nuestras oraciones

1.    Introducción:

Se cuenta la historia de un hombre que viajaba a cierta ciudad una mañana fría. Al llegar a su hotel, se dió cuenta que los empleados, los huéspedes – todos – estaban descalzos. En la cafetería, vió a una mujer atractiva en una mesa cercana y le pregunto:

 

“Por supuesto que conozco los zapatos”, replicó la parroquiana.

"Entonces, ¿Por qué no los usa?" le pregunto el visitante.

“Ah, esa es la pregunta”, contestó la parroquiana. “¿Por qué no uso zapatos?”

 

Después del desayuno, el visitante salió del hotel a caminar sobre la nieve, otra vez, todas las personas que vio estaban descalzas. Curioso, le preguntó a alguien que pasaba. “¿Porqué nadie aquí usa zapatos? ¿No saben que los zapatos protegen los pies del frío?”.

La persona dijo: “Conozco los zapatos.  ¿Ve ese edificio? Es una fábrica de zapatos. Estamos tan orgullosos de la planta que hasta nos reunimos cada semana para oír al hombre a cargo decirnos cuán maravillosos son los zapatos”.

“Entonces ¿Por qué no usa zapatos?” persistió el visitante.

“Ah, esa es la pregunta”, dijo la persona. “¿Por qué no uso zapatos?”.

Cuando venimos a la oración, muchos cristianos son como la gente de esa ciudad. Saben algo sobre la oración, creen en su poder, frecuentemente oyen sermones sobre el tema, pero la oración no es una parte vital de sus vidas.

Sencillamente, orar es comunicarse con Dios. Usted como hijo de Dios está invitado a venir con confianza delante de su trono: Por tanto teniendo un gran sumo sacerdote que traspaso los cielos, Jesús el Hijo de Dios”, escribe el apóstol Pablo, “… acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:14-16).

Por causa de quien es Dios – el Rey de Reyes y Señor de Señores, el creador del cielo y de la tierra – debemos venir a su presencia con reverencia. Pero El también es nuestro amoroso Padre celestial que se interesa por nosotros y se deleita en tener compañerismo con nosotros. Por lo tanto, podemos venir a EL con un corazón reverente y gozoso, sabiendo que El nos ama más de lo que nadie nos haya amado o nos amará.

Alguien ha dicho: “La oración es a la vez el creador y el canal de la devoción. EL espíritu de la devoción es el espíritu de la oración. La oración y la devoción están unidas así como el alma y el cuerpo están unidos, así como la vida y el corazón están unidos. No hay oración verdadera sin devoción, ni hay devoción sin oración”. La verdadera oración es expresarle nuestra devoción a nuestro padre celestial, invitándolo a hablarnos mientras le hablamos.


Cualquiera puede orar, pero solo aquellos que caminan en fe y obediencia a Cristo pueden esperar recibir respuestas a sus oraciones.

Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). El contacto con Dios comienza cuando recibimos a Jesús en nuestras vidas como Salvador y Señor.

El orar con un corazón limpio es también muy importante para la oración. El salmista dice “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Salmo 66:18). No podemos esperar que Dios responda nuestras oraciones si hay pecado inconfeso en nuestras vidas.

Uno de los obstáculos más frecuentes a la oración es un espíritu falto de perdón. Jesús dice “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que esta en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas” (Marcos 11:25).

Ninguna oración, excepto la oración de confesión libre de la falta de perdón y amargura. Usted y yo debemos venir a Dios con un corazón perdonador, si esperamos recibir la herencia cristiana del poder en la oración.

Además, debemos tener un corazón con fe si queremos que Dios responda nuestras oraciones, Jesús dijo: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21:22), y “Conforme a vuestra fe os sea hecho” (Mateo 9:29). Aún así, muy pocos de nosotros tomamos estas palabras en serio, y aún menos son aquellos que se apropian de lo que Dios nos ha prometido tan generosamente.


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Dios nos ordena orar. Los mandatos que se nos dan en el nuevo testamento sobre la oración, son muchos. Aquí hay algunos:

  • (1Ch 16:11) Buscad a Jehová y su poder;  Buscad su rostro continuamente.
  • (Mar 14:38; Mat 26:41) Velad y orad,  para que no entréis en tentación;  el espíritu a la verdad está dispuesto,  pero la carne es débil.
  • (Lc 18:1)  También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre,  y no desmayar,
  • (Lc 21:36)  Velad,  pues,  en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán,  y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
  • (Jn 16:24)  Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre;  pedid,  y recibiréis,  para que vuestro gozo sea cumplido.
  • (Ef 6:18)  orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu,  y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
  • (Fil 4:6)  Por nada estéis afanosos,  sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego,  con acción de gracias.
  • (Col 4:2)  Perseverad en la oración,  velando en ella con acción de gracias;
  • (1Ts 5:17)  Orad sin cesar.
  • (1Ti 2:8) Quiero,  pues,  que los hombres oren en todo lugar,  levantando manos santas,  sin ira ni contienda.
  • (1Co 14:15)  ¿Qué,  pues?  Oraré con el espíritu,  pero oraré también con el entendimiento;  cantaré con el espíritu,  pero cantaré también con el entendimiento.
  • (Stg 5:13-15)  ¿Está alguno entre vosotros afligido?  Haga oración.  ¿Está alguno alegre?  Cante alabanzas.  (14)  ¿Está alguno enfermo entre vosotros?  Llame a los ancianos de la iglesia,  y oren por él,  ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.  (15)  Y la oración de fe salvará al enfermo,  y el Señor lo levantará;  y si hubiere cometido pecados,  le serán perdonados.

También oramos para tener compañerismo con Dios. La oración no es tan solo una “Puerta de escape” para salir de nuestros problemas, agradarnos a nosotros mismos, o lograr nuestros propios fines egoístas.

Es nuestro “teléfono rojo” de comunicación y compañerismo con Dios. En el proceso, recibimos alimento y fuerza espiritual para vivir una vida victoriosa y mantener el arrojo necesario para dar un testimonio de Cristo.

La oración genuina, basada en la Biblia, cambia las cosas, Transforma tanto a los que oran, que Dios cree oportuno revelarles Su voluntad.

La oración también pone en libertad el gran poder de Dios para cambiar el curso de la naturaleza, la gente y las naciones. Las oraciones fieles de los creyentes llenos del Espíritu, han probado esto a lo largo de la Biblia y de la historia secular.


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Oramos al Padre en el nombre del Señor Jesucristo a través del ministerio del Espíritu Santo. Cuando oramos al Padre, nuestras oraciones son aceptadas por Jesucristo e interpretadas ante Dios el Padre por el Espíritu Santo.

Pero porque Dios es un Dios manifestado en tres personas y ya que no hay celos entre las tres personas de la Trinidad, es perfectamente aceptable orar a Jesús o al Espíritu Santo.

Mientras oramos, tanto Jesús como el Espíritu Santo están intercediendo a nuestro favor. Pablo escribe en romanos 8:34: “Cristo es el que murió; más aún…, el que también intercede por nosotros”. Poco antes en este mismo capítulo, Pablo escribió: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad… Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (versículos 26, 27).


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La palabra de Dios nos ordena “Orad sin cesar” (I Ts 5:17)

Charles Spurgeon dijo: “La oración tira de la soga desde abajo, y la gran campana suena arriba en los oídos de Dios. Algunos difícilmente hacen sonar la campana, porque oran tan lánguidamente; otros sólo dan un tirón ocasional a la soga. Pero el que se comunica con el cielo es el hombre que toma la soga vigorosamente y tira continuamente de ella con todas sus fuerzas”.

Podemos estar en oración frecuentemente a lo largo del día, expresando nuestra devoción a Dios mientras realizamos nuestras tareas diarias.

He descubierto que es importante comenzar cada mañana en oración. Cuando me levanto de la cama, me arrodillo a adorar al Señor como una manera de decirle: “Señor, me postro ante Ti y te reconozco como mi Dueño”.

A lo largo del día, enfoco mis pensamientos en el Señor, a menudo hablando con El, alabándolo y dándole gracias por su bondad, amor y debo tomar cada día. Hago oración por la Salvación de amigos, familiares y otros ministerios.

Aún le pido a Dios que la manera en que me visto. Al igual que mis palabras y mis acciones, traigan gloria a Dios. Le pido a EL que piense con mi mente, que ame con mi corazon y que hable con mis labios. Ya que El vino a buscar y salvar a los perdidos, le pido que busque y salve a los perdidos a través de mí.

En la noche le pregunto: “ Señor, ¿Hay algo en mí que no te agrada, algo que necesito confesar?” Si el Espiritu Santo revela algún pecado o debilidad, lo confieso y reclamo por fe la victoria de Dios para mi vida. Luego me gusta pasar tiempo leyendo y meditando en la palabra de Dios para que mis pensamientos subconscientes estén en el Señor Jesús durante la noche.

No siempre es necesario estar arrodillados, ni en una habitación silenciosa para orar. Dios quiere que nosotros estemos en contacto con El constantemente dondequiera que estemos. Podemos orar, mientras lavamos los platos, o mientras caminamos por la calle. Cuando más frecuentemente compartimos nuestros pensamientos y deseos con nuestro Señor, nuestro compañerismo con El será más intenso y estaremos más cerca de Él.


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7. ¿QUÉ DEBEMOS INCLUIR EN NUESTRAS ORACIONES?

Aunque la oración no se puede reducir a una formula, se deberían incluir ciertos elementos básicos en nuestra comunicación con Dios – Adoración, Confesión, Acción de Gracias y Peticiones.

Adoración: Adorar es alabarlo, honrarlo y exaltarlo en nuestro corazón y mente y también con nuestros labios. La palabra de Dios enseña que nuestro Padre desea el compañerismo de sus hijos, del cual la adoración es una parte vital (Jn 4:23-24; He 12:28).

La adoración expresa dependencia completa en El y refleja nuestra confianza en que El nos oye. La adoración demuestra nuestra reverencia, respeto, amor y gratitud.

Confesión: Cuando nuestra disciplina de oración comienza con la adoración, el Espiritu Santo tiene la oportunidad de revelar cualquier pecado en nuestra vida que necesita ser confesado. Al ver a Dios en su pureza, Su santidad, y su amor, nos volvemos concientes de nuestra pecaminosidad e indignidad. Confesar nuestro pecado y recibir Su perdon restaura el compañerismo con El, y limpia el canal para que Dios pueda oír y responder a nuestras oraciones (1 Jn 1:7-9).

Acción de Gracias: Nada agrada más a Dios que el expresarle constantemente nuestra fe “¿Qué mejor manera de hacer esto que decirle: Gracias?” La palabra de Dios nos ordena: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts 5:18). Una actitud de acción de gracias nos capacita para reconocer que Dios controla todas las cosas – no tan solo las bendiciones, sino también los problemas y las adversidades. Cuando nos acercamos a Dios con un corazón agradecido, El puede actuar mejor a nuestro favor; Y a la inversa, un espíritu incrédulo y criticón desagrada a Dios y obstaculiza sus esfuerzos de bendecirnos, prosperarnos y usarnos para su gloria.

Peticiones: La petición incluye pedir por nuestras necesidades e interceder por otros. Debemos orar por todo y en forma específica.

Mientras habla con Dios, por ejemplo, ore que su persona interior pueda sea renovada, siempre sensible y dinamizada por el Espíritu Santo. Ore por sus problemas, ore por sabiduría y guianza, ore por fortaleza para resistir la tentación, ore por consuelo en momentos de tristeza – ore por todo (Filipenses 4:6).

Luego ore por otros – su cónyuge, sus hijos, sus padres, vecinos y amigos. Ore por su pastor y por los misioneros y por otros cristianos a los que Dios les ha dado una responsabilidad especial. Ore por aquellos en autoridad sobre usted. ( 1 Ti 2:1-2).

Especialmente ore por la salvación de las almas, por una oportunidad diaria de presentar a otros a Cristo y el ministerio del Espíritu Santo, y por el cumplimiento de la Gran comisión (I Ti 2:3-4). Comience con su comunidad, escuela o universidad. Ore y busque encontrar uno o más amigos cristianos con los que pueda ser socio de oración (Mt. 18:19).

Estos elementos, adoración, confesión, acción de gracias y petición, han ayudado a muchos cristianos a desarrollar una vida de oración más plena.

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